McLaren defiende persuasivamente que la estructura del poder —integrada a través de un vasto sistema laberíntico de producción capitalista, gobernación del estado y múltiples formas de dominación social- debe negar sus definiciones «naturales» de la hegemonía que aseguran la reproducción perpetua de este statu quo. Todo el sistema neoliberal se mantiene unido por lo que parecen ser mitos y engaños del sentido común, supersticiones y creencias que deberán ser cuestionadas, sondeadas, desafiadas, finalmente revocadas —parte de un asalto contra-hegemònic gramsciano- si ese sistema debe ser transformado eficazmente. Aunque la esfera educativa no es en sí misma un lugar importante de contestación ideológica, estando demasiado entrelazada con las otras esferas, sin embargo sigue siendo el núcleo de este proceso, más aún dada la creciente centralidad de la producción de conocimiento, el trabajo intelectual, la tecnología y las comunicaciones del capitalismo de hoy en día.