Es decir, como la praxis es constituida como un momento esencial y común para la realización, desarrollo y potenciación de los procesos pedagógicos, creando las posibilidades, al mismo tiempo, de la producción de nosotros mismos, y con nosotros también de los otros, interactuando en ese proceso de aprendizaje biopolítico que combina la dialéctica-dialógica con la complementariedad, la sostenibilidad-planetariedad, la ciudadanía mundial con la singularidad de los hombres y las mujeres.